Santi Aragón
La Victoria es un barrio de los que no quedan en Málaga. Aunque esté siendo colonizado por alguna franquicia -ciertamente bien recibida por los ‘vitorianos’-, el barrio mantiene sus espacios clásicos intactos. Este domingo, en la búsqueda activa de establecimiento donde ingerir un pitufo mixto en el barrio -mirando dónde desayunar-, me crucé con Santi Aragón. Para los millenials, no hace falta que aclare nada, porque será imposible hacerles entender de quién hablo. Para los de mi generación, hablo de Santi Aragón padre, el carismático malaguista, padre de Santi, el que estuvo 11 años jugando en el Zaragoza con el cartel de canterano madridista.
A Santi, padre, le conocí hace más de 20 años, cuando él andaba por los 50 y trabajaba para la Escuela Provincial de Fútbol. En aquellos años, finales de los 90, el fútbol-7 empezaba a estar de moda y la Diputación puso en marcha la citada escuela en los terrenos sobre los que hoy está el actual edificio de la Diputación en el antiguo Centro Cívico. Junto con Santi Aragón, otros míticos del balompié malagueño: Monreal y Álvarez. Los que éramos alumnos, no sabíamos lo que teníamos delante. Éramos pequeños y entonces los ídolos eran Figo, Rivaldo, Redondo o Raúl; para los muy cafeteros, las estrellas eran Contreras, Rojas, Valcarce…
El domingo, como te contaba, periódico bajo el brazo, me crucé con Santi Aragón, le vi de cerca después de unos años en los que le ha dado tiempo a estar exactamente igual de lo que estaba. No ha cambiado absolutamente nada. Claro que se notan los años, yo era un niño con la decena recién alcanzada cuando coincidimos… Le saludé, me salió un ceremonioso trato de usted, nada que ver a los años en los que me entrenaba. Venía emocionado por haber recordado tiempos pasados con otro vecino y no le quise sacar de esa emoción. Me la quedé yo. “¿Quién es? Se te ha iluminado la cara”, me dijo mi mujer. Como Santi, a Monreal -que falleció en 2016- me lo encontraba muy habitualmente, me paraba a hablar con él y recordar aquellos tiempos de fútbol-7. El tercero de mis entrenadores, Álvarez, es también uno de los recordados malaguistas de los 70. Si recordarlos es traer al presente a aquellos que hicieron grande a un Club Deportivo Málaga que sucumbió por culpa de las malas gestiones, también sirve para recordarnos la historia de un club que no queremos repetir.
Publicado en vivamalaga.net