Por los suelos
Hecho escombros, derrumbándose a base de palos, la manzana de los cines Astoria y Victoria por fin cae. Pensábamos que jamás llegaría el momento de ver caer esa mole que, una vez abierto el túnel de la Alcazaba, se había convertido en un estorbo, en un lugar sin vida, tan muerto como la arquitectura que representaba, tan inerte como el negocio de los cines independientes en las ciudades. Muerto en vida. Agonizante. El edificio pedía a gritos desaparecer. El pelotazo, la crisis, la ineficacia, la inacción… demasiadas cosas son las que han pasado y han ido ralentizando un proceso que tenía que haber acabado hace años. El Astoria por fin cae. El horripilante edificio es ahora más bonito hecho escombros. La Plaza de la Merced está a la vista. Nada tapa la libertad hecha obelisco desde los senderos de Mundo Nuevo a la Alcazaba. Habrá que disfrutar lo que se pueda.
Mi último recuerdo del Astoria por dentro tiene ya 22 años. Cometí la imprudencia de obligar a mi madre a acompañarme al cine siendo un tierno infante de 12. Víctima del fenómeno más fenómeno de todos los tiempos de la televisión en España, sentí la necesidad que ir a ver a Chiquito en su máximo esplendor. En aquellos años Larios Centro estaba recién abierto y tanto aquellos multicines como el América nos cogían “muy lejos” de casa. Mis recuerdos del Astoria han muerto. Ya no existen. Mi cabeza está dando saltos de alegría por su desaparición. Nunca estuvo allí. Ahora en mi cabeza sólo hay una imagen, la de una Plaza de la Merced inmensa, infinita, gigantesca; una Plaza de la Merced que se ha convertido en un espacio urbano que se prolonga hacia la de María Guerrero y que esta segunda no es un carril de vehículos, sino realmente una plaza para los ciudadanos.
Pero no, no creo que nadie deba encariñarse con el solar y su futuro uso urbano. El proyecto está más que claro, demasiados millones de euros se han dilapidado en esa manzana como para dejar a los malagueños y turistas disfrutar de él de forma pública. Ya sabemos que los proyectos luego cambian, por eso es difícil imaginar un elemento casi traslúcido como el que pretenden construir. Por eso es complicado soñar con una Plaza de la Merced con una ampliación cultural discreta, con ese auditorio subterráneo que no moleste a las vistas, que permita convertir este espacio popular en algo más que un edificio de bares. Ya dijo el alcalde que no descarta dejar vacío el solar… “pero” que prefiere un edificio. La maldita adversativa. No podemos ni siquiera soñar. Nos dan un ala y nos la cortan. El Astoria se ha ido, no lo echaremos de menos, o sí. Todo es posible.
Publicado en vivamalaga.net