La luz

marzo 17, 2020 0 Por fjcristofol

En mi barrio brilla un sol de esos que te susurra al oído: “Niño, ven. Baja a la calle”. Las terrazas de mis vecinos se ven unas plantas frondosas y verdes como nunca. Esta mañana ha chispeado una mijita y por las ventanas se cuela el olor del agua en el asfalto seco. A cada rato salgo a mi patio y me asomo, las colas en el supermercado son constantes y la frutería despacha al ritmo que mandan los tiempos. Al otro lado, la panadería mantiene a tres o cuatro personas siempre en la puerta. Por aquí no se ve a la UME ni a la Policía. “¡Señora, métase en casa!”, me entran ganas de espetarle a la anciana que, parada atónita en el paso de cebra, parece perdida y con pocas ganas de entrar en casa teniendo la calle para sí.

Tengo las ventanas del despacho abiertas, necesito que entre aire y luz natural; soy un perro callejero. Como tú y como tantos andaluces. Estamos pensando en lo que nos queda por delante, en este encierro inesperado. En mi casa suena Virgen del Amor Doloroso a ratos, a otros me pongo los vídeos de la Semana Santa de 2019, ¡Oh, la Macarena en Campana! Y ahora pasa una moto. ¿La gente por qué no se queda en casa? El taller de mecánica de enfrente no ha parado de trabajar en todo el día, pero tiene sólo la portezuela abierta, la grande no ha hecho ni por desencajarla. “Da igual, niño, los de los recambios no pueden abrir. Voy a acabar las cosas de pintura que me quedan”. Y yo desde casa le pongo El Cachorro, porque si yo estuviera ahí abajo me animaría escuchar una marcha lenta para sobrellevar la soledad. Y como no estoy abajo, me la pongo para andar por casa.

En mi barrio anoche salimos a aplaudir a las 8 y a las 10. Primero con los niños, con alegría, con fiesta; luego otra vez, porque sí. Porque estamos metidos en casa y salir al balcón a socializar con el de al lado nos da vida. Nosotros, ilusos, que nos veíamos en abril disfrutando de nuestras cosas del Sur, ahora nos vemos como nunca, en casa y siendo infieles a nuestro sol, a nuestra luz, a nuestras horas. Pero es lo que nos toca. En mi casa suena Cristo del Amor, aunque la última vez que cerré la puerta de mi casa lo hice a los sones de Amarguras.

Publicado en vivamalaga.net