El Padre Gámez

octubre 22, 2019 0 Por fjcristofol

De Don Manuel Gámez hablé en esta plazuela hace no mucho. Le dedicaron una calle y eso era motivo de júbilo. Aquel jueves 3 de octubre, el cura no pudo ir a ver cómo le ponían su nombre a uno de sus sitios favoritos: el inicio de la subida al Monte Calvario. No pudo porque estaba en el hospital. Fue hace tres semanas y desde entonces han pasado los días. El viernes se iba parte de la historia de la Semana Santa de Málaga, lo que -por supuesto- implica que se ha ido parte de la historia de la ciudad, una parte importante. Un sacerdote cercano y una buena persona. Don Manuel, anciano y sabio, era un irradiador de paz y armonía.

El hermano mayor del Calvario, Arturo Fernández, reflexionaba en un mensaje sobre la ausencia física del Padre Gámez: “Hagamos que su muerte nos fortalezca y guardemos su memoria siendo consecuentes con tantos valores como nos ha transmitido”. Arturo Fernández compartió con Gámez buena parte de su vida cofrade y le ha conocido en todos sus momentos: factotum cofradiero, colaborador necesario, referencia espiritual y cofrade y ya, en esta última época, en la lejanía física por los impedimentos propios de la edad. Para el Padre Gámez no habrá homenajes suficientes, su recuerdo es lo que nos queda y lo que pervivirá entre sus hermanos y conocidos. Tendremos su nombre en el callejero, pero llegará el día en que se vaya diluyendo la personalidad que fue. Es responsabilidad de todos, pero principalmente de la Diócesis y la Agrupación de Cofradías, mantener su figura en valor: como cura y como cofrade.

Los que no han tenido la suerte de conocer y compartir con Gámez no pueden verse desposeídos de su sabiduría, de su forma de entender las cofradías como vehículo devocional, es por eso por lo que las dos instituciones a las que más tiempo dedicó deberían hacer conscientes a los que no conocieron a Don Manuel quién era. Una figura que hizo mucho con muy poco en un entorno poco cofrade hace más de tres décadas, en una época en la que las cofradías en Málaga no eran ni la sombra de lo que hoy son, sin la figura de Don Manuel -y otros muchos- las Semana Santa no tendría la calidad artística y patrimonial que hoy presenta. Ya nos queda sólo el recuerdo, la memoria, lo pasado. Una vida entregada a su devoción, que era a la vez su obligación. El cura que tanto se entregó se nos ha ido, aquel fuengiroleño nonagenario ya no estará para preguntarle por sus recuerdos, ahora recordarle es nuestra responsabilidad.

Publicado en vivamalaga.net