Adiós, Albert
Se ha muerto gente que no se había muerto antes. La política es de cadáver difícil, pero hay situaciones en las que uno tiene que morir con orgullo. Lo ha hecho Rivera, como lo hizo Almunia pero con más dolor. A Rivera no se le entenderá fuera de la política, porque es un animal político. A sus 40 años ya es un veterano, un saliente, un ex político con la edad de un saliente de las juventudes. Albert se ha ido, le echaremos de menos, los que le votaron y los que no. Al tiempo. A Rivera se le echará de menos por lo bueno y por lo malo. Por las sobradas, por el rebrinco lingüístico continuado, por el bisagrismo, por la moderación a ratos. Con Rivera en el cementerio de elefantes, ahora queda saber si Ciudadanos seguirá vivo o agonizará durante estos años. Tus amigos y enemigos no te olvidan.
A Carlos Alberto hay que recnocerle lo bueno. Surgió en un momento propicio y con un mensaje algo más creíble que su predecesor natural, UPyD. Él no era Rosa Díez -menos mal-, si no un joven desconocido que tuvo todo y a todos a su favor. Rivera ha sido un gran orador, pero en ocasiones pasado de frenada. Se le notan las tablas de debatiente, la concentración del deportista y la ambición de político. Un tipo así no tardará mucho en salir a la primera línea de la vida pública. Tiene vida por delante y por más que se haya intentado convencer a sí mismo de que desea tener una vida monacal familiar, es imposible que un animal como él se quede hibernando 40 años más.
Han pasado 9 días y parece que hayan pasado seis meses. A Rivera se lo ha llevado por delante Rivera. A Ciudadano se lo ha llevado por delante Ciudadanos. La indeterminación, los bandazos (al puro estilo sanchista), la moderación radical en algunos asuntos, el radicalismo moderado en otros… Entre todos los mataron y él sólo se murió. Rivera ha vivido en un partido en el que todos le tenían entre algodones; el amado líder, respetado y nunca discutido. La mínima discusión acababa con la salida del díscolo. El núcleo duro que ha acompañado a Albert se mueve entre Granada y Barcelona, entre organización y comunicación, entre Hervías y de Páramo. Es Rivera el dimisionario, el desparecido, el que paga los platos rotos, pero no es el único responsable. Rivera se ha ido de la política con cierto honor e integridad. Ahora que se ha ido, hay quien se acuerda de la letrilla de Kiko Veneno: “Lo mismo te echo de menos, lo mismo, que antes te echaba de más”.
Publicado en vivamalaga.net